El sedentarismo, el modo de vida en el que apenas se realiza actividad física y que practica más de la mitad de la población mundial, no es una costumbre moderna motivada por los cambios sociales y la llegada de tecnologías en los últimos siglos. De hecho, se remonta al menos 2.200 años atrás. Gracias al análisis de la momia de un sacerdote egipcio, un grupo de investigadores ha podido descubrir que que algunos habitantes del país del Nilo ya practicaban por aquel entonces una vida poco activa que repercutía de manera negativa en su salud.
Un siglo antes del reinado Cleopatra y con la dinastía ptolemaica ya gobernando Egipto, este sacerdote, el protagonista momificado de una exposición del Museo de Israel, habitó en la ciudad de Panópolis, la actual Akhmim, en el Alto Egipto. Conocido, según los investigadores, como Iret-hor-iru –El Ojo Protector de Horus– se ganó el apodo moderno de Alex después de que fuera donado al Instituto Pontificio Bíblico de Jerusalén en 1930 por los jesuitas de Alejandría.
Como preparación para la exposición, el Museo de Israel se asoció con el Centro Médico Carmen en Haifa y con científicos de la Universidad de Tel Aviv para comprender mejor quién fue el sacerdote, a la que en un principio creían en edad adolescente. Según la prueba del carbono-14, y aunque fue momificado siguiendo las costumbres egipcias, el sacerdote vivió en el siglo II a.C, cuando el país ya estaba helenizado, tras haber sido conquistado por la armada de Alejandro Magno. Sin embargo, los Ptolomeos respetaban la religión local y las tradiciones funerarias se mantuvieron. Por ello, tras su fallecimiento, el hombre, de unos 1’52 metros de altura –por encima de la media de la época–, fue embalsamado y momificado, su cerebro fue extraído a través de la nariz y su cuerpo fue cubierto con natrón y envuelto en lino.
En muy buen estado para su edad, según la conservadora del museo Galit Bennett-Dahan, la momia posee todos los huesos y también los dientes, las orejas, los ojos y los tejidos en los muslos y las manos. Por medio de un escáner, los investigadores pudieron comprobar que el sacerdote en cuestión se encontraba al final de sus 30 o el inicio de sus 40 cuando murió y, además, tenía osteoporosis y las encías retraídas, signos de que llevó una vida sedentaria llena de carbohidratos.
“La osteoporosis es una enfermedad característica del siglo XX, cuando la gente ya no trabaja tan duro. Nos quedamos pegados a la pantalla”, explicó la conservadora. La presencia de esta enfermedad les llamó mucho la atención, ya que no esperaban encontrarla en unos restos tan antiguos.
El examen de los científicos también dictaminó que el sacerdote había evitado el trabajo manual y la exposición al sol y que por sus características y dolencias había formado parte de la alta sociedad egipcia. “Probablemente tenía una vida muy conveniente, porque no trabajó muy duro”, explicó Bennett. En definitiva, ni el trabajo de oficina ni la tecnología que protagoniza casi todas y cada una de las actividades de ocio predilectas en pleno siglo XXI son las exclusivas culpables de la vida sedentaria humana: parece que la cabra tira al monte y, sea en la época que sea, siempre nos ha gustado poco el trabajo físico. El sedentarismo no es un invento moderno, ni una moda de hoy día.
Sin embargo, este descubrimiento no debería suponer una sorpresa para los investigadores familiarizados con los escáneres de restos antiguos. En casi todas las épocas y sociedades ha existido un sector acomodado de la sociedad en el que la actividad física era escasa y los grandes banquetes eran un signo de opulencia y de buen nivel social y económico.
Además, no es la primera vez que unos restos presentan enfermedades modernas. La bacteria Heliocbacter pylori, una de las más comunes en la actualidad, ya se mostraba en los neardentales. Y, continuando con las momias, un estudio de 2013 en el que se examinó a 137 de alrededor de todo el mundo, mostró que un 34% de ellas sufrió un tipo de arteriosclerosis por la cuál se forman depósitos de placa amarilla que contienen colesterol en las paredes de las arterias, considerada durante mucho tiempo una dolencia moderna.
El estudio de la momia Alex solo revela una vez más que, por desgracia, muchas enfermedades han prevalecido a lo largo de los siglos y que una parte de nuestros antepasados tenían las mismas malas costumbres que se mantienen en la actualidad. A pesar de los dos milenios ,el poco ejercicio físico y la mala alimentación también eran un problema aunque, y para su fortuna, en el caso del sacerdote fueran el símbolo de su opulencia y de una vida propia de un gandul.
Con información de Gizmodo, The Times of Israel y el Consulado General de Israel en Ecuador. Imágenes de El Museo de Israel , Andrew Crump y Joonas Plan.
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