El chocolate, esa tentación dulce que llega a ser difícil de aguantar. La pregunta es por qué. Va más alla de ser dulce porque no siempre lo es y si se trata de eso, hay muchas otras cosas (valga la redundancia) dulces que podemos comer. Entonces ¿por qué nos gusta tanto?
Aparentemente los motivos son dos:
Por un lado, de acuerdo a un estudio encargado por Nestlé, las personas que aman el chocolate tienen un tipo de bacterias en el estómago que es diferente al del resto. Aún cuando el estudio es realizado por una de las compañías más importantes en la producción y comercialización de chocolate, no fue un esfuerzo para encontrar aún más personas que lo comen. De hecho el estudio fue atrasado durante un año por lo difícil que fue encontrar a 11 individuos que no coman chocolate.
Después de encontrarlos, y hacer los análisis determinaron diferencias sutiles en su metabolismo. Por ejemplo, la glicina en personas que no comen chocolate es más baja, mientras que la taurina es más alta. Por otro lado, los amantes del chocolate tienen niveles más bajos de lipoproteína de baja densidad.
Este tipo de cambios de metabolismo tienen relación con los diferentes tipos de bacteria habitando el estómago, aunque aún no está totalmente comprobado que sean los que causan el antojo al chocolate o los cambios en el tipo de alimentación a temprana edad modifica la bacteria que a su ves refuerza las elecciones alimenticias.
Por otro lado, el chocolate genera reacciones en el cerebro, al comerlo aumenta la generación de opioides lo cual incrementa los niveles de dopamina lo cual genera mayor placer al cerebro y por lo tanto queremos más y más de estos dulces.
La conclusión viene de otro estudio hecho por Alexandra DiFeliceantonio en la Universidad de Michigan (Estados Unidos) que inyectó una droga directamente al núcleo estriado del cerebro causando que los animales comieran el doble de chocolates que aquellas que no habían sido inyectadas con la droga. Además notaron incrementos en los niveles de encefalina que son un tipo de endorfinas unidas al receptor opioide corporal las cuales también intervienen en la regulación del dolor y en la nocicepción corporal.
En pocas palabras, nos encanta el chocolate tanto como a un drogadicto le gusta consumir drogas, para suprimir el dolor y para aumentar la sensación de placer. Las diferencias son radicales pero al mismo tiempo estos estudios explican o buscan explicar parte de las causas que llevan a una persona a la obesidad, que va más alla de una decisión racional.