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Clases de robótica y guardianes de las wikis: las bibliotecas se vuelven cada vez más ‘techies’

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Papel, estanterías, silencio… Elementos clásicos de las bibliotecas de cualquier ciudad. Templos del saber y la memoria reconocidos desde la Antigüedad (como aquella mítica biblioteca de Alejandría) hasta hoy, cuando se celebra su día cada 24 de octubre, no han de verse solo como lugares llenos de baldas inabarcables, ejemplares apretados y personas concentradas en diversos estudios. También están llenas de ordenadores, buscadores que nada tienen que envidiar a Google o, incluso, elementos de preservación de las webs que un día estuvieron activas. Hoy te proponemos un paseo por el lado más tecnológico de estos anaqueles del conocimiento.

Bibliotecas interneteras antes de que tuvieras internet en casa

Que las bibliotecas se pusieran ‘techies’ no es algo que llegara a la vez que los ‘smartphones’ y las redes sociales. Y en España fuimos precursores de ello. Que se lo digan a Fernando Juárez, un bibliotecario de Muskiz (Vizcaya). Este fan de la tecnología llegó al centro en 1988 y ya entonces empezaba a fijarse en lo que hacían otros más grandes que el suyo. Desde el año 95, su biblioteca contaba con conexión a internet, y en 2002 fue de las primeras en tener página web (él mismo aprendió para crearla).

Su afán por digitalizar las bibliotecas fue tal que en 2006 convirtió la reforma de la web en su trabajo de fin de máster. Apenas un año después, cuando apenas se conocía eso de Twitter, él ya tenía un perfil para el centro vizcaíno, con el que informaba de las últimas novedades que habían llegado. Y la digitalización no ha parado: él y su equipo han enseñado a la gente a montar su propio blog o a hacer un currículum, e incluso han publicado ‘e-books’ sobre temas de interés locales. Y por supuesto, si vas allí tendrás wifi.

Buscadores con patas…

En otras bibliotecas españolas no es que no haya acceso tecnológico, es que el capital humano ayuda en aquello que una búsqueda de Google no puede resolver. ‘Pregunte, las bibliotecas responden’ es un servicio gratuito a través de chat y correo electrónico en el que el personal de las bibliotecas estatales resuelve las preguntas que le hacemos llegar. Como él existen otros muchos en países como Dinamarca, Canadá o Alemania. En nuestro país lleva en funcionamiento desde 1999.

Cuando responden a una de esas preguntas, lo hacen con recursos y fuentes de mucha calidad; es más, a veces les dirigen a la fuente que puede tener esa respuesta (fundaciones, centros especializados…). Una de las bibliotecarias responsables, Maribel Fariñas de Alba, ha contado que el lenguaje de los mensajes que reciben recuerda al de una búsqueda en Google. Incluso, han recibido peticiones que parecen las de estudiantes de colegio o instituto y que, creen, usarían el servicio para buscar una lista de material fiable.

… y bibliotecarios con brazos robóticos

Muchas bibliotecas tienen problemas de espacio: sus archivos guardan más fondos de los que pueden exponer. Por esto es por lo que en algunos sitios como la Biblioteca James B. Hunt Jr. (en Estados Unidos) han empezado a usar el bookBot, un asistente robótico que se encarga de almacenar y recuperar los libros en salas especiales. Allí por ejemplo hay casi dos millones de libros, miles de los cuales se mueven cada día. Su funcionamiento es en parte rústico, en parte futurista, con libros marcados con un código de barras que los brazos robóticos pueden leer para archivar o extraer y repartir bajo petición.

El resultado es que la biblioteca puede ahorrar casi un 90 por ciento del espacio dedicado a los fondos que no están expuestos, sin que eso suponga un problema de disponibilidad de sus ejemplares. La gente simplemente llega, consulta la base de datos y pide a los bibliotecarios que recojan los volúmenes que archivan los robots.

Cursos de programación y videojuegos

Si en una biblioteca podemos aprender a crear un blog, como ocurre en Muskiz, también nos pueden enseñar programación o robótica. La biblioteca estatal de Queensland, en Australia, tiene cursos de estas dos materias. Con este fin cuentan, entre otros recursos, con los Ozobots, unas pequeñas máquinas ideadas para que los niños aprendan. Lo que hacen es seguir líneas del papel o de pantallas digitales y cambiar su rumbo o velocidad de acuerdo a los cambios de color de aquellas. También aprenden a programar Spheros o los kits de robótica de Lego.

Y al igual que se organizan cursos de programación, el préstamo de libros se puede combinar con el de objetos más tecnológicos. Por ejemplo, videojuegos. La Grande Bibliothèque de Montreal, la mayor de la ciudad canadiense, tiene una colección para mayores de 14 años y otra para niños. Muchas de sus unidades son donaciones, entre ellas las de alguien muy especial: Electronic Arts, que tiene un estudio en la ciudad.

Por otra parte, la Asociación Estadounidense de Bibliotecas tiene un apartado en su página web para recoger experiencias fructíferas con los videojuegos. Además, cuentan con un mapa en el que comprobar qué centros están cerca de gimnasios de Pokémon Go!. Mientras, otras del país los ofrecen como una forma de recibir a nuevos públicos que hagan suyas las bibliotecas. Dicen, de hecho, que su presencia (tanto en préstamo como organizando campeonatos) aumenta la circulación de los libros. Además, al relacionarse los usuarios con otros jóvenes de su edad con los que comparten afición, aprenden a desarrollar un discurso sobre esta forma de entretenimiento: estrategias para ganar, cómo funcionan…

El último campo en el que han entrado algunas bibliotecas es el de la impresión 3-D, con una impresora uPrint y una Replicator de Makerbot para los estudiantes, quienes pueden usarlas para crear sus objetos tridimensionales a partir de modelos creados previamente con software de modelado tridimensional. Y es que tras los libros en papel tal vez sea el turno de crear vastas bibliotecas de objetos 3-D para su conservación, ahora que «replicarlos» empieza a ser relativamente fácil.

Preservando el legado digital

Algunos vaticinan que las bibliotecas del futuro serán bibliotecas sin libros de papel. Hoy en día su labor tiende a ser más la del asesoramiento y la labor social que la del mero archivo de átomos de árboles muertos. Algunas se están adaptando reconvirtiendo sus espacios en salas donde probar nuevos dispositivos tecnológicos (lectores de e-books, tabletas, teléfonos inteligentes) o acceder a sistemas de recomendación, ya sean automáticos o expertos humanos. La BiblioTech de Nelson Wolff, por ejemplo, aspira a convertirse en la primera «biblioteca sin papel», una especie de gigantesca sala de lectura en donde acceder a libros electrónicos que se «autodestruyen» a las dos semanas mediante un sistema especial.

En la Biblioteca Nacional de España también existen muchas iniciativas relacionadas con esta y otras tecnologías. Además de disponer de una extensa hemeroteca y cientos de miles de documentos digitalizados para que los consultemos, la institución hace periódicamente barridos del dominio .es para guardar todo el acervo producido por los internautas españoles. También los han hecho ante acontecimientos puntuales: las elecciones generales de 2015 y 2016, la abdicación de Juan Carlos I…

Y no solo eso. Conscientes de que una biblioteca protege el patrimonio producido por las personas (ellos conservan desde casetes hasta postales), hace unos meses pidieron que se pusieran en contacto con ellos los dueños españoles de una web en Wikispaces, un espacio que cerraba este verano. Ya que los responsables de esta plataforma de wikis no les podían asegurar qué espacios eran de autores españoles (solo pueden guardar estos por el depósito legal electrónico), no les quedó más remedio que hacer este llamamiento, en el que han participado otras bibliotecas del país. Así, han dejado para la posteridad información sobre los viajes de Federico García Lorca a Galicia, los cerezos del valle del Jerte (Cáceres) o sevillanos ilustres.

Como se puede comprobar, las bibliotecas son algo más que legajos y libros viejos con un olor característico. Han sabido adaptarse a los nuevos tiempos y son tan tecnológicas como cualquier ‘geek’ de barrio. Cuando las visites busca todo lo que te pueden ofrecer desde su web u ordenadores: quizá te sorprendas.

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Con información de Hoja de Router (1, 2, 3), The Conversation, cultmlt, Engadget y NPR. Imagen principal de Pexels.

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