La comunidad islámica francesa reparte estos días un bollo con forma de croissant y al que han bautizado como Copé, burlándose de una admonición del tal Copé, Jean-Francois, acerca del supuesto robo del pan con chocolate que meriendan los niños franceses por parte de sus compañeros musulmanes.
Conscientemente o no, se trata de la devolución de la “broma” que dio origen a los primeros cruasanes, allá por el siglo XVII, cuando los turcos estuvieron a punto de conquistar Viena, como si el sabroso desayuno hubiese sido utilizado como un boomerang simbólico a lo largo de los siglos. La historia la traigo recién horneada en los fogones de Cooking Ideas.
El estandarte de la media luna fue incorporado por los turcos a su bandera tras una victoriosa batalla que, según las versiones, se sitúa en la caída de Constantinopla (1453) o mucho más recientemente, cuando Atartürk fundó el moderno Estado turco. Sea como fuere, la media luna es hoy la enseña de la Media Luna Roja (la Cruz Roja de los países islámicos) y, en general, de todo el Islam.
En 1683 las tropas otomanas al mando del visir Kara Mustafá Pachá, estaban asediando Viena, lo que hubiera llevado las huestes turcas hasta el mismo corazón de Europa. La moral de los vieneses estaba por los suelos, hasta que un ciudadano vienés, el polaco George Franz Kolschitzky, se infiltró entre las tropas sitiadoras y, gracias a su conocimiento del turco, se enteró de los planes del enemigo.
Las tropas cristianas (una coalición de alemanes, polacos y austríacos) lograron repeler el ataque de los turcos y el espía freelance Kolschitzky fue recibido como un héroe, recibió la nacionalidad austríaca y fue premiado con 500 sacos de café que habían sido requisados a las tropas turcas. (En aquella época los turcos ya eran grandes aficionados al café, un brebaje aún exótico en Europa). Kolschitzky abrió un café que muy pronto se convirtió en un éxito.
Gracias por el café, pero ¿cuándo llegan los cruasanes?, se pregunta el impaciente lector. Ya vienen, calentitos: según cuenta la leyenda, para celebrar la derrota de los turcos, los panaderos vieneses crearon un bollo en forma al que llamaron “Halbmond”, “media luna” en alemán, por su forma inspirada en la enseña turca, a modo de mofa y venganza hacia las tropas invasoras. Comerse un halbmond era, simbólicamente, comerse un turco.
La media luna fue un éxito de crítica y público, aunque no tomaría su nombre de croissant hasta un siglo después, cuando los franceses lo hicieron suyo. Hoy, en uno de esos curiosos retruécanos que nos brinda la Historia, el mismo cruasán vuelve a ser enarbolado por los herederos espirituales de los turcos para meter un dedo en el ojo del candidato xenófobo que pretende suceder a Sarkozy. ¿Conocerán los musulmanes franceses la curiosa historial de cruasán?
NOTA: La edición alemana de Wikipedia propone un origen más antiguo y menos exótico: un bollo con forma de cuerno de cabra que horneaban las monjas de un convento austríaco desde el año 1000. Convincente, pero nos quedamos con la historia de los turcos.
Con información de El País, Excursión Estambul e Historias de la Historia.