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¡Bendito cobre! ¿Por qué este metal es tan efectivo en la lucha contra los virus?

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Los virus que pueden sobrevivir días en distintos materiales tiende a sucumbir rápidamente en una superficie hecha de cobre. Nuestros antepasados ​​conocían las propiedades de este metal en la lucha contra las infecciones, mucho antes de que supieran qué eran los microbios. ¿Por qué el cobre tiene esas propiedades antisépticas tan potentes? Y, sobre todo, ¿Podría ayudarnos a combatir la pandemia de coronavirus que sufrimos?

Cuando los científicos informaron el mes pasado que el nuevo coronavirus que causa la pandemia COVID-19 sobrevive durante días en vidrio y acero inoxidable, pero muere en menos de cuatro horas de aterrizar en cobre, hubo investigadores que no se sorprendieron en absoluto, sobre todos aquellos que llevan estudiado los efectos antimicrobianos del cobre durante décadas.

Estos científicos han visto en sus laboratorios cómo el simple metal mataba un bicho malo tras otro. Desde bacterias que causan la legionaria a infecciones mortales resistentes a los antibióticos como el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA). También los virus que causaron algunos sustos de salud en el pasado, como el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS) y la pandemia de gripe porcina (H1N1) de 2009. Y por supuesto, el COVID-19, que ahora hace estragos.

Un conocimiento antiguo

Estas investigaciones no son más que una confirmación moderna de un remedio antiguo. Durante miles de años, mucho antes de que supieran acerca de los gérmenes o virus, conocemos los poderes desinfectantes del cobre, un regalo de la Madre Naturaleza que la raza humana ha estado utilizando durante milenios. En China, se llamaba «qi», el símbolo de la salud. En Egipto se llamaba «ankh», el símbolo de la vida eterna. Para los fenicios, la referencia era sinónimo de Afrodita, la diosa del amor y la belleza.

De hecho el primer uso registrado de cobre como agente para matar infecciones proviene del papiro Edwin Smith, el documento médico más antiguo conocido en la historia. La información allí contenida ha sido atribuida a un médico egipcio alrededor del año 1.700 a. C. Pero ya en el 1.600 a. C., los chinos usaban monedas de cobre como medicamentos para tratar el dolor cardíaco y estomacal, así como las enfermedades de la vejiga. Incluso se utilizaba para desinfectar y purificar el agua, echando las monedas a los pozos de abastecimiento.

También los fenicios marinos insertaron virutas de sus espadas de bronce en las heridas de batalla para prevenir la infección. Y durante mucho tiempo, las mujeres han sabido que sus hijos no tenían diarrea cuando bebían de los vasos de cobre y transmitieron este conocimiento a las generaciones posteriores. ¡No es de extrañar que en India, las personas hayan estado bebiendo en recipientes de cobre durante milenios!

Pero, ¿cómo funciona exactamente?

El cobre es un material que puede autoesterilizar su superficie sin necesidad de electricidad o lejía. Los metales pesados, incluidos el oro y la plata, también son antibacterianos, pero la composición atómica específica del cobre le otorga un poder de destrucción mayor. El cobre tiene un electrón libre en su capa externa que participa fácilmente en las reacciones de oxidación-reducción (lo que también hace que el metal sea un buen conductor de la electricidad). La plata y el oro no tienen el electrón libre, por lo que son menos reactivos.

Como resultado el cobre se convierte en una especie de «granada de oxígeno molecular». Cuando un microbio cae sobre el cobre, los iones destruyen el patógeno como una avalancha de misiles, evitando la respiración celular y perforando agujeros en la membrana celular o el recubrimiento viral, creando radicales libres que aceleran su muerte, especialmente en superficies secas. Y lo más importante: los iones buscan y destruyen el ADN y el ARN dentro de una bacteria o virus, evitando las mutaciones que crean superbacterias resistentes a los medicamentos. Y sus propiedades nunca se desgastan, incluso si se oxida.

Entonces, ¿por qué no se utiliza de forma generalizada en hospitales?

La reciente crisis del coronaviris ha revivido la cuestión de si el uso de aleaciones de cobre en superficies frecuentemente tocadas reduce las infecciones hospitalarias. El sistema de hospitales de Carolina del Norte y Virginia, en EE.UU., convirtió las superficies impregnadas de cobre en el estándar en 13 hospitales en 2017 (para mesas y barandillas de cama) después de que un ensayo clínico reportara una reducción del 78 % en organismos resistentes a los medicamentos. También Francia y Polonia están comenzando a colocar aleaciones de cobre en los hospitales. En Perú y Chile, dos de los grandes productores de cobre mundiales, incluso se está utilizando en los asideros y manillas de los sistemas de transporte público.

Sin embargo, su elevado precio frente a otros materiales, y la necesidad de limpiarlo de forma habitual para que quede bonito, han frenado su uso de forma generalizada. Pero lo cierto es independientemente de que el brillo del cobre se apague y luzca un poco verdoso, este metal sigue manteniendo sus propiedades durante siglos.

¿De verdad sería tan caro su aplicación? En absoluto, especialmente si tenemos en cuenta el ahorro potencial en posteriores terapias contra infecciones hospitalarias, ya que uno de cada 25 pacientes de hospital termina por contagiarse con algún patógeno durante su período de internamiento. Y eso son muchos millones de euros en gasto sanitario.

Además, no haría falta forrar de cobre todo un hospital. En realidad bastaría con recubrir con un fino baño de cobre las superficies más tocadas por pacientes, personal sanitario y visitantes, como las barreras protectoras de las camas, la botonera de los ascensores, los pasamanos de las escaleras, los pomos de las puertas, los asideros de las bandejas, los soportes para bolsas de suero, el botón para llamar a la enfermera, etc…

El porcentaje de las superficies sobre las que habría que actuar sería pues inferior al 10% y el resultado sería increíble: una reducción de hasta el 83 % en la presencia de microbios, por lo que con ese dinero de más que vale el cobre la diferencia se recuperaría en pocos meses, al bajar el número de infecciones a tratar. Y teniendo en cuenta que el cobre nunca pierde su capacidad de matar microbianos, los hospitales rápidamente amortizarían la inversión.

Además, no parece que nos quedemos sin cobre en el futuro cercano. Según el World Copper Factbook de 2019, el cobre es uno de los metales más reciclados: casi todo el cobre puede volverse a utilizar y no perder nada de su propiedades. ¡Así que es hora de introducir el cobre en los espacios públicos, como si de una nueva Edad del Cobre se tratara!

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