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Cuando los videojuegos pueden ser dignos de estar en un museo

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Cada 29 de agosto se celebra el Día Mundial del Videojuego (también conocido como el #DíadelGamer), una celebración que surgió en 2008 por parte de las principales revistas del sector para reivindicar una industria que solo el año pasado facturó en España 1.479 millones de euros, con una base de usuarios superior a los 15 millones de personas y un notable ascenso del público femenino, que ya está en un 42% de esa cifra.

En los últimos años, los videojuegos se han convertido en uno de los pilares fundamentales del ocio y la cultura, pero su poder no se limita tan solo al éxito económico. De esta manera, muchos títulos se han convertido en auténticos referentes culturales para muchas generaciones, por lo que cada vez son más voces las que reclaman un hueco para esta industria dentro del arte.

Y toda obra de arte necesita ser reconocida como tal, de un modo u otro. Al igual que ha ocurrido desde hace siglos con la pintura, la escultura, la música, la arquitectura, el teatro… el ser humano siempre ha intentado dejar constancia para la posteridad de aquello que marcaba la sociedad de su tiempo. Más tarde, sus sucesores han intentando salvaguardar todo lo que esas obras representaban manteniéndolas a buen recaudo, por ejemplo, en museos.

Pues bien, el arte digital que representan los videojuegos no iba a ser menos. De ahí que The Strong, el Museo Nacional del Juego situado en Rochester (Nueva York), decidiese crear un ‘Hall of Fame’, un ‘Salón de la Fama’ que reconociese el mérito a aquellos juegos que marcaron un antes y un después.

Y en un tiempo en el que todo cambia a una velocidad endiablada y los videojuegos evolucionan tan deprisa, ocurre que apenas son necesarios 10 o 15 años para que un juego pueda ser considerado una obra maestra. Además, al tiempo que ha cambiado el arte, también han cambiado las reglas para determinar qué debe y qué no debe obtener tal reconocimiento. Y si el poder para determinarlo estaba antes en manos de solo unos pocos, ahora se ha popularizado y la decisión recae sobre todos los ‘gamers’ del mundo que quieran participar en el proceso.

Para ello, desde 2015, el museo The Strong organiza una votación a nivel mundial a través de la que los apasionados de los videojuegos votan a aquellos que consideran que deben formar parte del World Video Game Hall of Fame. Desde entonces, 28 títulos han sido seleccionados para formar parte de este salón de la fama, después de pasar el primer filtro que exige la organización y de contar con el apoyo de los ‘gamers’ de todo el mundo que se han animado a participar.

Videojuegos que marcaron un antes y un después en la historia como el Tetris, el Pong o The Legend of Zelda, así como otros más actuales cuyo legado ya es evidente, como es el caso de Super Mario Bros o los Sims, ya tienen su rincón en este lugar. Y es que, a juicio de los responsables del museo The Strong y organizadores de estos peculiares premios, cumplen con los cuatro requisitos. Así, además de ser considerados iconos de una época “han gozado de popularidad a lo largo del tiempo”, sin ser una moda pasajera, al mismo tiempo que han logrado traspasar fronteras para conquistar a los jugadores de todo el mundo y su influencia es evidente, “en el diseño y desarrollo de otros juegos, en otras formas de entretenimiento, o en la cultura popular y la sociedad en general”.

Los candidatos de 2021

En cada nueva edición son muchos los juegos nominados por los seguidores. De hecho, son ellos mismos los que pueden proponer que sus videojuegos favoritos acaben por formar parte del World Video Game Hall of Fame. Basta con rellenar un formulario que pueden encontrar en la web del museo The Strong y, una vez que la organización compruebe que se cumplen los requisitos que antes hemos comentado, pasan a formar parte de la votación.

Y, como suele ser habitual, la variedad es una máxima. Desde aquellos arcade de las décadas de los 70 y 80 hasta aquellos otros cuyas sagas todavía venden a día de hoy millones de copias en todo el mundo. Desde juegos cuyo legado es incuestionable, como Asteroids, lanzado por la firma Atari en 1979 y cuyo funcionamiento era sumamente sencillo, hasta otros como Tomb Raider. La repercusión de este último, por ejemplo, fue mucho maś allá de las propias videoconsolas, y es uno de los pocos videojuegos en el que la protagonista es una chica.

La figura de Lara Croft, la heroína con la que teníamos que acabar con los malhechores y resolver los misterios de las distintas entregas de esta saga, dio más tarde el salto al cine y para muchos se ha convertido en todo un icono feminista. Por todo ello, Tomb Raider tiene su sitio en este ‘Hall of Fame’ de los videojuegos desde 2018.

Otro de los títulos que se encuentran entre los elegidos por el público y que también pasó de las consolas a la gran pantalla, es Final Fantasy. Este videojuego de rol creado por Hironobu Sakaguchi vio la luz en Japón en 1987 para después conquistar el mundo entero y tener una gran influencia en la cultura popular. De hecho, no resulta extraño ver más de treinta años después de su lanzamiento a muchos fervientes seguidores que acuden a las ferias de videojuegos con los atuendos de sus personajes favoritos de la saga.

Para hacerse con un lugar en el salón de la fama del museo The Strong, este videojuego nipón tuvo que superar en votos a otros cuya influencia también es notoria. Uno de ellos es Half-life, la historia protagonizada por el agente Gordon Freeman, que puede presumir de haber sido durante trece años el juego de disparos en primera persona más vendido del mundo. Luego llegó otro del mismo tipo que le arrebató este galardón y que también aspira desde entonces a hacerse con su plaza en el ‘Hall of Fame’. Se trata de la saga Call of Duty. Su decimosexta entrega, titulada Call of Duty: Modern Warfare 3 fue la encargada de acabar con la supremacía de Half-life.

Entre los candidatos en las sucesivas ediciones también existen juegos que tienen ciertas peculiaridades. Sin ir más lejos, entre ellos se encuentra Ms. Pac-Man, que no es otra cosa que la secuela no autorizada de la saga creada por Toru Iwatani. Si bien la idea original ya forma parte del ‘Hall of Fame’, los amantes del arcade pretenden que también ocupe su lugar este que vio la luz en 1981 en Estados Unidos y que está protagonizado por la señora del auténtico Comecocos, con su moño y sus labios pintados. ¿Conseguirá esta copia falsificada, como muchos la llamaron, entrar en el salón de la fama de los videojuegos?

De hacerlo, compartiría lugar con otros juegos que trajeron consigo una auténtica revolución. Por ejemplo, uno que hizo y sigue haciendo las delicias de los amantes de los clásicos, como es SpaceWars!, ese videojuego desarrollado por dos estudiantes del MIT en 1962 que sirvió de inspiración para tantos y tantos otros que le sucedieron. También han conseguido entrar en este salón de la fama Donkey Kong, Halo o Super Mario Kart; o el mismísimo Solitario de Microsoft, que también tiene su rincón en el World Video Game Hall of Fame desde 2019

Si en 2020 consiguieron entrar en este olimpo de los videojuegos títulos clásicos como Bejeweled, el mítico Centipede, King’s Quest y Minecraft, a comienzos del mes de mayo de 2021 sabremos cuáles son los juegos que pasarán a engrosar la lista más legendaria de todos los tiempos. Todos los aspirantes, sin duda, lo merecen porque se convirtieron en auténticos iconos, porque su influencia traspasó fronteras, ninguno fue una moda pasajera y revolucionaron no solo la industria sino también la cultura popular del momento. Pero la suerte está echada. ¡Hagan apuestas!

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La entrada Cuando los videojuegos pueden ser dignos de estar en un museo se publicó primero en Cooking Ideas.


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