Esfuerzo, dedicación, mucho trabajo y una mente maravillosa. Seguramente, estos fueron los principales elementos que, en conjugación, hicieron que Albert Einstein formulara la teoría de la relatividad general o que Mozart llegara a convertirse en uno de los músicos más influyentes de la historia. Pero, ¿y si su desayuno hubiera tenido algo que ver? Sabemos que es la comida más importante del día y que nos aporta la energía y nutrientes necesarios para empezar la jornada con ganas. Cabe pensar, por tanto, que que quizás tenga también parte de culpa en el éxito de los grandes genios. Así, nada mejor que repasar diez menús para diez ilustres personajes. Dulce o salado, café o té. Sus variopintos gustos dieron lugar a todo tipo de combinaciones:
Victor Hugo: huevos crudos y café frío
Poeta, dramaturgo y novelista, el autor francés aprovechó sus años en el exilio en la isla de Guernsey para escribir muchas de sus más influyentes obras, entre ellas, ‘Los Miserables’. También adoptó por aquel entonces una rutina de trabajo bastante llamativa. Se despertaba al amanecer y, antes de ponerse a escribir, «disfrutaba» de un frugal desayuno que consistía en un par de huevos crudos y una taza de café frío. Pero Victor Hugo no solo escribía con el estómago tiritando, sino que también intentaba combatir el bloqueo del escritor pidiendo a sus sirvientes que le quitaran la ropa y lo dejaran en una habitación, desnudo y sin distracciones. Su ropa solo sería devuelta si había terminado de escribir lo que tenía marcado para el día. Si hacía mucho frío, Victor Hugo se permitía una manta.
Mahatma Gandhi: gachas de avena, cacao y leche de cabra
Lo más conocido de este pacifista es que, durante sus protestas, instauró métodos de lucha social no vistos hasta entonces, entre ellos la huelga de hambre. De hecho sus hábitos culinarios eran bastante extremos: en un momento de su vida, Gandhi dejó la comida y estaba convencido de que podría sobrevivir únicamente con una docena de naranjas. ¡Solo abandonó esta idea después de que sus médicos lo convencieron de que necesitaría al menos 50-75 naranjas al día para sobrevivir! No obstante, mientras vivía en Londres, Gandhi seguía una dieta bastante más equilibrada. De acuerdo con sus diarios, disfrutaba cada día de un desayuno que consistía en gachas de avena, leche de cabra y cacao. También comenzó a comer ajo todos los días por la mañana para tratar su presión arterial alta y, para sorpresa de sus médicos, lo logró durante años después de diagnosticarle hipertensión.
Albert Einstein: huevos fritos, miel y setas
La que seguramente sea una de las mentes más brillantes de la historia fue alimentada con una dieta basada fundamentalmente en huevos cuando fue a los Estados Unidos en 1932 para trabajar en la Universidad de Princeton; y es precisamente ahí donde se aficionó a los huevos fritos que, a partir de aquel momento, se convirtió en su alimento predilecto. En el libro ‘Einstein at Home’ («Einstein en casa» en español) Herta Waldow, su ama de llaves, comenta que “el profesor siempre comía huevos fritos. Al menos dos, y casi toda las mañanas. En el desayuno también incluía setas como los champiñones, algo que probablemente repetía unas tres veces al día; y miel”.
Thomas Edison: ‘dumpling’ de manzana
Thomas Edison descubrió su desayuno favorito muy poco después de mudarse a Nueva York con solo una maleta llena de luminosos sueños. Entonces era un joven de 22 años, sin dinero y con bastante hambre. Un buen día por la mañana se acercó a un restaurante del centro a preguntar si le intercambiaban una bolsita de té que llevaba en el bolsillo por cualquier cosa que pudiera comer. No sabemos por qué llevaba consigo una sola bolsita de té, pero el dueño del restaurante debió apiadarse de él, porque le dio a Edison un ‘dumpling’ de manzana caliente (una suerte de empanadilla rellena de dicha fruta) y una taza de café. Este humilde desayuno fue para él de lo más satisfactorio ya que nunca antes lo había probado y se convirtió instantáneamente en su manera predilecta de empezar el día, incluso después de hacerse rico.
Walt Whitman: ostras y carne roja
Walt Whitman fue conocido por seguir una dieta rica en carne durante toda su vida. Incluso a primera hora de la mañana, se sabía que el poeta estadounidense disfrutaba de un desayuno rico en proteínas a base de ostras y carne roja. Y esto, antes incluso de que se decantara por la “dieta paleolítica”, un plan nutricional basado en la ingesta de plantas silvestres y animales salvajes, consumidos presuntamente por los humanos del Paleolítico. Sus hábitos alimenticios fueron un motivo de preocupación para su amigo escritor John Burroughs, que le recomendó limitar su consumo de carne a un poco y reemplazar su desayuno graso con cereales y frutas. Según la biografía ‘Walt Whitman: Song of Himself’, el escritor hizo caso omiso del consejo de su colega.
Wolfgang Amadeus Mozart: medio gallo (capón)
Al que probablemente sea uno de los músicos más influyentes de la historia tampoco le supuso el menor problema incorporar las proteínas a su dieta. Algunas de sus comidas favoritas incluían esturión, chuletas de cerdo y un guiso flamenco de cerveza y ternera. Las tendencias carnívoras del compositor también se trasladaron al desayuno: en una carta a su esposa, escribió acerca de las bondades de disfrutar de la mitad de un capón después de despertar de una noche de sueño reparador. Los capones son difíciles de conseguir hoy en día, pero los gallos grandes y castrados durante un tiempo fueron considerados un auténtico manjar.
Winston Churchill: huevos, carne, uvas y una tostada
El primer ministro británico comprendió muy pronto la importancia de un buen desayuno. Pedía que su primera comida del día le fuera servida en dos bandejas. La primera con tostadas, mermelada, mantequilla , café, leche, huevos escalfados y pollo frío (u otras carnes). La segunda con pomelo, un tazón de azúcar, un vaso de zumo de naranja y un whisky. Como si de un ritual se tratara, terminaba siempre su festín con el primer cigarro puro del día. No podía ser de otra manera.
Jane Austen: bizcocho y té
De su desayuno llama la atención que lo comenzara bastante más tarde que el resto de sus compañeros artistas. La buena mujer no se sentaba en la mesa antes de las diez de la mañana, siempre después de haber practicado con el piano; la comida la tomaba alrededor de las 3 pm, el té a las ocho y se metía una cena con vino y comida fría alrededor de las 11 de la noche. Así, el menú de desayuno de la escritora era lo más alejado del típico «desayuno inglés» con el que puedes almorzar y hasta merendar; y pasaba por un simple bizcocho denso servido con una taza de té. Y de vez en cuando, chocolate. Menos mal que con la pluma era algo más creativa.
Claude Monet: tortilla a las finas hierbas
Que Monet sabía apreciar las cosas buenas de la vida ha quedado suficientemente demostrado a través de sus cuadros. Parece que también se aplicaba el cuento a la hora del desayuno. El pintor cultivaba sus propios productos y elaboraba menús específicos para cada época del año. Además, escribía diarios alimentarios donde documentaba sus hábitos culinarios. Antes de sentarse a pintar, tal y como él mismo contaba, se servía un desayuno a base de salchichas, tostadas con mermelada, una tortilla a las finas hierbas y una taza de té. De lo más completo.
Steve Jobs: una manzana
Cuando era adolescente, Steve Jobs era un hippie total que meditaba mucho. Antes de fundar su empresa de informática en el garaje de su casa y que se le ocurriera el nombre oficial de Apple Computer, Steve Jobs hacía ayunos veganos. Solo comía una o dos frutas y verduras enteras para desayunar; y el resto del día nada de nada. De vez en cuando, añadía nueces para obtener proteínas. Y solo bebía agua durante estos ayunos. Dos de las cosas más comunes que comió durante esta dieta de alimentos crudos fueron manzanas o zanahorias. Incluso durante el tiempo que trabajó como director ejecutivo, fue vegano la mayor parte de su vida y dijo que le ayudó a aclarar su mente y reducir su olor corporal. Si aún no lo has adivinado, esta es la razón principal por la que su compañía de tecnología se llama “Apple”, además del hecho de que le ayudó a ocupar un lugar destacado en el orden alfabético al comienzo de la guía telefónica.
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