Los checos utilizan la expresión “eso me suena a un pueblo español” cuando quieren decir que no entienden ni jota o, como decimos los españoles, “me suena a chino”. Dichos parecidos tienen croatas y macedonios, para los que el castellano debe de ser tan indescifrable como el suahili para un señor de Palencia.
Pero la dificultad de un idioma es relativa. A un hispanohablante le puede resultar obtusa la frase de los checos, teniendo en cuenta que los niños españoles hablan su idioma ¡con cuatro años! Pero, claro, sucede lo mismo en todo el mundo; la lengua materna siempre es más fácil, y nos resultará mucho más difícil aquella que no tenga ningún parentesco con la propia.
Lo cual no quiere decir que todas las lenguas sean igual de fáciles o difíciles de aprender. Existe un cierto consenso sobre la lengua más fácil del mundo: el pirahã, el idioma con el que se expresan una tribu nómada del Amazonas brasileño. El pirahã sólo tiene diez fonemas, carece de número gramatical, de números e incluso de colores. Conceptos como el subjuntivo son tan desconocidos para los pirahã como un detector Geiger.
Y la lengua más difícil es…
En 2009 el Foreign Office británico preguntó a sus diplomáticos cuál era el idioma más difícil de aprender. El resultado, muy difundido por estos lares, fue que era el euskera, por delante del húngaro, el chino y el polaco. El vascuence es complicado, sí, pero ¿es más complicado, por ejemplo, que el findandés? Así lo dictaminaron los diplomáticos consultados, hablantes nativos de 26 distintos idiomas.
No hay un solo factor que determine la complejidad de una lengua. El euskera carece de formas de género y el 60% de su vocabulario proviene del latín, con lo debería de ser más fácil de aprender para hablantes nativos de lenguas latinas, como el castellano o el francés. La pronunciación del euskera es relativamente sencilla, comparada con, por ejemplo, la de las lenguas joisanas, unas lenguas africanas que utilizan chasquidos de lengua a modo de fonemas. Aquí puedes ver a un nativo hablando en kx’a, una lengua hablada en Namibia, a golpe de clics.
El chino no utiliza clics pero es una lengua tonal, de modo que el significado de una palabra cambia en función del tono en que se pronuncie una sílaba, lo que se convierte en un maremágnum para un hablante de castellano u otra lengua no tonal. Por si fuera poco, su grafía, basada en ideogramas, es complejísima. Todo ello explica que la expresión “me suena a chino” y afines sea usada por rusos, polacos, griegos, hindúes, hebreos y húngaros, entre otros, para referirse a algo ininteligible.
El gráfico que ilustra este artículo es una adaptación del que hizo Frank Jacobs para Big Think y se basa en una idea poco científica pero brillante: rastrear las frases que denotan incomprensión para hallar la lengua más difícil… para el resto del mundo. Los ingleses dicen “me suena a griego” cuando no comprenden algo, mientras los árabes prefieren “me suena a hindú”. La lengua más difícil sería el chino… con permiso del “lenguaje de los Cielos”, que es la expresión que utilizan los chinos para expresar que no entienden ni papa.
Con información de LexioPhiles, Noticias de Navarra, Wikipedia y Big Think.
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