Probablemente hayas oído hablar de los peligros que supone poner una moneda en las vías de un tren para dejarla plana. Aunque, quizá, el peligro ahora venga de las monedas que viajan dentro del propio tren.
Ocurrió el pasado 12 de marzo cuando un tren Shinkansen (o tren-bala japonés) de 400 metros de largo y 715 toneladas, capaz de alcanzar velocidades de 300 km/h, quedó inutilizado para el servicio a causa de una simple moneda de 10 yenes de solo 2,4 centímetros de diámetro y con un valor (al cambio) de entre 6 y 7 céntimos de euro.
Este tren-bala, cuyo último modelo se llama Hayabusa (“halcón peregrino” en castellano), es el último producto de la ingeniería japonesa aplicada al ferrocarril y el resultado de diez años de investigaciones, todo un compendio de tecnología de vanguardia. Entró en funcionamiento a principios de 2011 y el convoy implicado cubría la línea de Osaka-Tokio a eso de las 13:50 horas del mediodía.
Al acercarse a la estación de la capital nipona ocurrió la desdichada serendipia, protagonizada por uno de los conductores que viajaba en la locomotora de cola. El hombre, viendo el final del trayecto, quiso hacer recuento de la calderilla procedente de la recaudación del servicio de abordo, con tal mala suerte que al sacar el monedero una pequeña moneda de 10 yenes se precipitó sobre el cuadro de mandos.
La moneda se puso a rodar y, como marca la Ley de Murphy, fue a parar al lugar más inverosímil que una moneda de 10 yenes pudiera elegir dentro de un tren-bala: una pequeña ranura de 1,3 cm por 2,4 cm justo en la base de la palanca de aceleración del tren. Y allí que se insertó ante el horror del conductor.
Después de hacer su parada en la estación de Tokio el tren estaba programado para ser desviado con destino a Hakata en 17 minutos. Sin embargo, debido al apretado espacio donde se había atrancado la moneda, no había manera de sacarla. Y ante el temor de que pudiera afectar a los equipos de control de velocidad, el tren se consideró no apto para la circulación y se solicitó su reemplazo.
Lamentablemente, los 1.100 pasajeros que iban a Hakata tuvieron que desalojar el convoy. Pero un total de 16 minutos más tarde, y con el habitual pragmatismo nipón, un nuevo tren-bala llegó al anden para que los pasajeros pudieran continuar con su viaje.
Las autoridades ferroviarias no presentarán cargos contra la moneda de 10 yenes, ante la posibilidad de que no pueda hacer frente a las costas económicas derivadas de la interrupción del servicio.
Fuentes: Yomiuri Online (traducción aquí) y Girls Channel (vía Yahoo news.jp)