¿Sabías que en los casos de hemorragia nasal severa, ya sea después de un golpe, una operación o de una enfermedad, unos tapones de tocino salado en la nariz son una solución de probada eficacia médica? Así es, se trata de uno de esos remedios de la abuela que la cultura popular una vez puso de moda como primeros auxilios; pero, por mor de las más asépticas prácticas sanitarias, al final acabó tumbado en la camilla del olvido.
Hasta que los tapones de tocino han sido rescatados por un completo estudio multidisciplinar del Centro Médico de Detroit en Michigan, con una sorprendente investigación llamada Nasal packing with strips of cured pork as treatment for uncontrollable epistaxis, que se ha llevado el Ig Nobel de este año en Medicina.
Como ya sabrás, los premios Ig Nobel, organizados por Instituto de Investigaciones Improbables, recompensa el gran rigor científico de estudios sobre los temas más peregrinos. Los galardones de este año, fallados en la noche del jueves pasado en la prestigiosa Universidad de Harvard, celebran así a las investigaciones que “primero hacen reír y después, pensar”.
Gary Dryfoos durante la gala, demostrando la eficacia de la utilización del tocino para el tratamiento de las hemorragias nasales “incontrolables”.
Pero pongámonos en antecedentes históricos para entender el magnífico poder coagulante del tocino y su velocidad a la hora de detener las hemorragias. Como bien cuenta este artículo sobre la cuestión, se trata de una práctica que ha existido durante muchos años en los EE. UU. y que ya fue brillantemente plasmada por el Dr. Alfred Jared Cone en una reunión de la American Laryngological, Rhinological and Otological Society allá por 1940, según se puede observar en este artículo de la Revista TIME.
Al parecer, era frecuente que los hospitales tuvieran pequeños trozos de tocino curado guardados en sus botiquines para utilizarlas para “controlar” las hemorragias nasales, que se producían en casos de leucemia, hemofilia, hipertensión, sarampión, fiebres tifoideas y hasta durante el parto.
Hasta que la técnica cayó en desuso, se especula, porque hacer un tapón con carne de cerdo salada y meterlo en la nariz de alguien podía acarrear complicaciones bacterianas y parasitarias. También llegaron al mercado nuevos agentes hemostáticos sintéticos y las técnicas quirúrgicas evolucionaron, por lo que el uso de las tiras de tocino fue disminuyendo hasta desaparecer.
Se pensó entonces que la razón de su efectividad tenía que ver con la sal del cerdo, que al extraer el agua de los tejidos nasales hacía que se hincharan, apretando y cerrando los vasos sanguíneos rotos. Casi 70 años después los médicos de Michigan añadieron en su estudio que la grasa de cerdo salada también puede contener proteínas que ayudan a coagular la sangre, aunque el mecanismo exacto de cómo se detiene el sangrado sigue siendo un misterio.
Para su estudio, los especialistas norteamericanos usaron estas tiras de grasa de cerdo saladas para detener una hemorragia nasal que ponía en riesgo la vida de una niña pequeña de 4 años con trombastenia de Glanzmann, un trastorno sanguíneo poco común donde las plaquetas no pueden hacer su trabajo normal de coagulación.
Después de más de una semana de sangrado ininterrumpido, de varias cirugías e, incluso, de la inyección de proteínas de coagulación, los médicos se acordaron y aplicaron esta técnica extremadamente sencilla del tapón de tocino, logrando detener la hemorragia nasal de la niña de una “manera eficaz y sin secuelas” dentro de las 24 horas siguientes.
Con información y fotos de Improbable Research, Yorokobu, PubMed y TIME
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