En torno a 1.620 millones de personas sufren anemia ferropénica, es decir, carencia de hierro en su dieta. En consecuencia, casi un tercio de la población mundial está expuesto a “fatiga severa, mareos, dolor de pecho, cefaleas o complicaciones en el embarazo” por no tener acceso a una dieta suficientemente rica en hierro.
Sin la dosis apropiada de hierro, la sangre es incapaz de transportar oxígeno eficazmente a los tejidos del cuerpo. Insuficiente hierro significa insuficiente oxígeno. Esta modalidad de anemia es muy común en países en los que los alimentos con altos niveles de hierro -huevos, carne y hojas verdes- son poco comunes en la dieta. Por ejemplo, en Camboya, donde el 57% de los menores de 5 años en zonas urbanas y el 64% en zonas rurales eran anémicos.
Resolver un problema de estas dimensiones exige mucho esfuerzo… y algo de suerte. Afortunadamente, tenemos algo de suerte para compartir. En forma de pez.
El pececito de la foto está hecho de hierro y, obviamente, no es comestible. Sin embargo, si lo añades al agua de cocción del arroz con unas gotas de limón se convierte en una solución rápida y eficaz contra la anemia. Al hervirlo, el pez suelta una pequeña cantidad de hierro en la comida, suficiente para cubrir el 75% de las necesidades diarias de hierro recomendadas para un adulto, más aún para un niño”, según explica su creador, Christopher Charles.
Parece sencillo, pero es mucho más que sencillo: es ingenioso. Hacer algo sencillo no significa necesariamente que la gente lo va a usar; en realidad, el reto es lograr algo que cambie el comportamiento de la gente. Y ahí es donde brilla con luz propia el Pez de Hierro de la Suerte:
“No existe una razón científica por la que un trozo de hierro tenga que tener forma de pez -escribe Now I Know-, cualquier pedazo de hierro puede servir igual. Sin embargo, cuando el Dr. Charles y su equipo distribuyeron discos de hierro como parte de su programa de investigación se encontraron con un problema: las mujeres eran reacias a cocinar con el disco, así que el grado de adopción fue muy bajo. La solución, aunque sencilla, no era intuitiva para ellas”.
En este punto, los investigadores tuvieron la genial idea de moldear la ciencia con un el cincel de la superstición. Dado que en Camboya existe la creencia de que ciertos tipos de pez dan buena suerte, decidieron capitalizar esta creencia y dar esa forma a los fragmentos de hierro. ¡Bingo!
“Según Charles, distribuyeron 400 peces en cinco comunidades y encontraron que un asombroso 90% de las familias utilizaba el pez a diario, relata Slate. Los análisis de sangre de los usuarios mostraron un 50% de descenso en la incidencia de anemia ferropénica y un incremento sustancial de los niveles de hierro en la sangre tras nueve meses de uso”.
El experimento sigue en marcha en Camboya y no deja de crecer en el resto del mundo. Según la página web Lucky Iron Fish, más de 30.000 pececillos de hierro han iniciado su singladura hacia Asia. La iniciativa ha recibido el reconocimiento de los creativos: el pez de la Fortuna fue galardonado con el Grand Prix de diseño en el último Festival de Creatividad de Cannes.
Más información en Lucky Iron Fish. Visto en Now I Know y Slate. Con información de Wikipedia, OMS y Ad Week.
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