Con el objetivo de hacer que sea un poco más fácil levantarse por la mañana, una nueva generación de ‘apps’ móviles y de dispositivos prometen despertarnos progresivamente y en el mejor momento, gracias al control de nuestras horas de sueño y al empleo de vibraciones, luces y sonidos. Todo, para que enfrentarse a la tan odiada alarma sea un poco menos duro y que, una vez despiertos, los usuarios se sientan frescos y activos. ¿Funcionan realmente?
Tanto los dispositivos como las aplicaciones para ‘smartphone’ emplean todos los conocimientos disponibles sobre los ciclos del sueño para interrumpirlo en el instante más adecuado y lograr así que el inicio de la jornada sea lo menos agresivo posible. Según los estudios científicos realizados, cuando dormimos experimentamos cinco etapas del sueño que repetimos en ciclos de aproximadamente noventa minutos. Estas distintas etapas incluyen tanto períodos de sueño ligero como fases profundas. Mientras en los primeros nos resulta más fácil despertarnos –algo que aprovechan las alarmas inteligentes–, los segundos son los que nos garantizan un buen descanso.
Para controlar en qué momento de nuestro ciclo del sueño nos encontramos, las alarmas inteligentes monitorizan nuestros movimientos, a través del empleo de sensores. Partiendo de la base de que nos movemos más cuando nos encontramos en un periodo de sueño ligero, un aumento de la actividad implicará que es un buen momento para que suene la alarma. Por supuesto, estos despertadores trabajan dentro de una ventana de aproximadamente media hora: cuando se le indica a qué hora hay que levantarse, el despertador empieza a buscar en ese período de 30 minutos cuál es el mejor momento para hacer ruido.
Algunos modelos
Todos aquellos que quieran hacerse con una de estas alarmas del siglo XXI con la esperanza de dejar de odiar a su despertador tienen distintas opciones que van desde las ‘apps’ hasta los ‘wearables’. Disponible para móviles con Android y con iOs como sistema operativo, SleepCycle es una de las aplicaciones más conocidas. Ofrece dos formas de medición: el acelerómetro del teléfono y el micrófono. Lo mejor es emplear la primera, colocando el móvil bajo la almohada y permitiendo que nuestro ‘smartphone’ registre así nuestros movimientos. Como el resto, promete levantarnos en la fase de sueño más ligero dentro de la ventana que le pidamos.
Dentro de la gama de dispositivos específicos nos encontramos con Renew SleepClock, una alarma que se coloca en la mesita de noche y que emplea distintos sensores para registrar el movimiento de la persona que duerme. Sobre él, hay que colocar un iPod Touch, un iPhone o un iPad –así que solo aquellos que tengan uno podrán usarlo– al que el Renew SleepClock envía la información que registra a lo largo de la noche, generando con el tiempo estadísticas sobre los patrones de sueño del usuario.
Para los que prefieran controlar su sueño desde la muñeca, Up by Jawbone monitoriza nuestros movimientos mientras dormimos con el mismo objetivo que los demás: obtener datos sobre nuestros patrones de sueño para determinar cuándo nos debemos despertar. En este caso, no se trata de la única función de la pulsera, ya que también rastrea el resto de nuestra actividad durante el día, convirtiéndose en un verdadero multiusos.
Mientras tanto, un dispositivo que no se centra en los ciclos de sueño es Philips Wake-Up Light, un despertador que usa una combinación de luces y sonidos para que nos levantemos gradualmente. Treinta minutos antes de que suene la alarma, emite luces de colores que van cambiando de los rojos claros a los naranjas y al amarillo brillante en una simulación del amanecer para estimular lentamente al cuerpo. Finalmente, un sonido de la naturaleza como el cantar de unos pájaros o agua corriendo pone la guinda final a la noche de descanso.
Unos dispositivos cuestionados
Respecto a las ventajas de estos ‘gadget’ y aplicaciones, los expertos en general piden que los usuarios se acerquen a ellos con cuidado: “No miden el sueño, simplemente el movimiento –no las ondas cerebrales, ni el pulso, ni el movimiento de los ojos– y no se puede inferir la calidad del sueño por el movimiento”, recuerda Irshaad Ebrahim, experto del Centro del Sueño de Londres. “La gente puede llegar a obsesionarse con sus horas de descanso y entonces estos dispositivos les harán un flaco favor, preocupándoles y haciendo que tengan menos sueño decente y, por lo tanto, un impacto negativo”, añade.
Otros expertos se muestran menos negativos aunque avisan de sus limitaciones. Michael Breus, un doctor experto en el sueño, cree que sirven para llamar la curiosidad de la gente y que se pregunten por la calidad de su descanso. No estima que sean peligrosos, pero también considera que los datos que ofrecen dependen de la información que son capaces de recoger por lo que, por el momento, tienen lagunas. Aún así, su opinión se enmarca en la corriente que cree que estas aplicaciones y equipos hacen que dormir sea una actividad a la que se preste más atención.
Cuestionados científicamente, pero percibidos como una forma de poner el foco sobre la escasa calidad del sueño de la población, las alarmas que prometen despertarnos en el mejor momento parten de una buena base, pero tienen mucho camino que recorrer antes de convencer totalmente a los científicos. Sirvan para levantarnos más descansados o no, sí que pueden ser útiles para despertarnos curiosidad sobre cómo dormimos. Pero sin obsesionarse.
Con información de The Wall Street Journal, Wareable y The Guardian. Imágenes de bark y Pixabay (1 y 2).
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